viernes, 19 de marzo de 2010

Kiski, el entorno y su influencia.

Desde hace mucho que reflexiono sobre la influencia del entorno en nuestro comportamiento y forma de vida.

Lo primero que heredamos al nacer son una serie de características de nuestros padres, tanto físicos como de conducta. Nuestro comportamiento en la vida se va moldeando de acuerdo a lo que vamos aprendiendo de nuestro entorno familiar, de amigos, social y de trabajo.

Esta reflexión en realidad ha rondado por mi cabeza a raíz del carácter que tiene Kiski, mi perro.

Kiski, es un dogo argentino de seis años, una vecina de mi barrio de soltero me lo vendió en cuarenta dólares, Kelly, la madre había dado a luz a dos hembras y dos machos. Lo escogí porque fue el primero que se acercó a mis manos. El otro macho, Argos, vive con la dueña de Kelly.

La característica de un Dogo argentino es la de un perro rudo e intimidante, con una cabeza y craneo muy parecido al siempre temido Pitbull, en tamaño y contextura es más parecido a un Doberman, son de poco ladrar, sólo cuando es necesario. En sus inicios esta raza se usó para la caza de pumas y jabalíes, ya se imaginarán la fuerza que deben de tener. Al momento de la compra sabía poco de esta raza, es así que empecé a interesarme por sus antecedentes y características.
El carácter de Kiski, dista mucho de su hermano Argos, este es un perro que pareciera no le gusta tener amigos, ladra a extraños y suele querer pelearse con cuanto can este a su vista. Es el entorno donde se han criado que los diferencia, Kiski siempre ha tenido la libertad de caminar por toda la casa, lo cual le ha permitido estar en contacto con todas las personas, una vez puestas todas sus vacunas empezó a conocer parques y calles, viendo a otros perros y más personas, en todos los casos yo lo acompañaba. Desde que lo tengo siempre ha tenido mi primera atención, y mis padres que son las otras personas con quien más contacto tiene, lo han sabido criar y querer.

Su relación con otros perros en la mayoría de casos ha sido buena, por lo general suele acercarse a cualquiera que vea para intentar jugar, las excepción han sido curiosamente su hermano, esto explicado por la rivalidad de macho que se presenta desde la juventud, todo perro cuida su espacio.

Este ambiente familiar ha hecho que Kiski sea un perro muy tierno y hasta engreído, ello sin dejar de ser un perro imponente, que ladra cuando siente que hay algún peligro o algo le molesta. Mis sobrinos, que un inicio sentían un temor natural por el, hoy lo acarician y juegan con el. A cada visita que hay a la casa de mis padres suele reclamar alguna acaricia a modo de saludo, y si soy yo el visitante, reclama un paseo, estoy obligado a prestarle atención.

En una casa, donde mi padre es muy apegado a los animales, toros, vacas, carneros, burros, caballos, cuyes, gallinas y perros, sabe como atenderlo, con paciencia y sobre todo cariño, es fácil entonces que Kiski se sienta querido y protegido, asimismo, el muestre apego a las personas sin mayor recelo. Mi madre pone el contrapeso, con su carácter imponente, suele alzar la voz para corregir algún mal comportamiento.

Es curiosa la manera natural como el entorno, en este caso familiar, moldea el comportamiento, formando el carácter ya descrito de Kiski.

Hasta pronto.
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